Para dirigirse hacia la creación de empresas es necesario disponer de ciertas habilidades y competencias que afortunadamente pueden alcanzarse mediante programas específicos de formación.

Cada día vemos cómo nuevas empresas surgen a nuestro alrededor ofreciendo un producto o un servicio que puede que nos resulte de interés y que a priori no parece tan complejo de desarrollarse. También nos habrá pasado muchas veces que tenemos una idea en mente y al cabo de un tiempo vemos algo parecido en nuestra pantalla del ordenador o en la televisión.

Es totalmente lógico tener esa indecisión a la hora de tomar la iniciativa de una aventura empresarial, porque los riesgos son grandes y la probabilidad de errar incrementa si no disponemos de conocimientos y competencias imprescindibles para llevar a buen puerto nuestra potente idea de negocio.

También puede ocurrir que no tengamos una idea clara y, sin la formación apropiada, los posibles proyectos de negocio que se nos ocurren cotidianamente podrían pasar como un tren. Seguro que más de una vez habremos dicho: “Estaría bien que existiera algo que permitiera facilitar esta gestión tan repetitiva”. Precisamente una frase de este tipo puede ser una semilla para montar un negocio si sabemos cómo hacerlo.

¿Qué elementos son imprescindibles para iniciar nuestro proyecto empresarial?

Emprender es duro, pero existen muchas ventajas de trabajar en tu empresa como, por ejemplo, la libertad de horarios o no tener que rendir cuentas a nadie.

Por otro lado, existe una serie de inconvenientes que, si bien pueden resolverse en gran medida, es necesario conocerlos para trabajar en ellos y que no resulten una carga en nuestra aventura a largo plazo.

Formación especializada en cuestiones fundamentales

Como ocurre con casi todo en la vida, en el proceso de creación de una empresa existe una serie de temas formativos que es necesario conocer con relativa profundidad para tomar buenas decisiones. Si englobáramos estos conocimientos en grandes grupos podríamos distinguir los siguientes:

• Finanzas: esta materia es importante, dado que una de las constantes de toda empresa es que el flujo de pagos, cobros, préstamos y demás artilugios financieros, suele ser fundamental para su supervivencia. No es necesario convertirse en un experto, pero sí tener los conceptos básicos para evitar que ciertas decisiones pongan en riesgo la estabilidad de una empresa en crecimiento.


• Marketing: es necesario tener las habilidades para saber cómo fijar un precio, cómo distribuir nuestro producto y cómo promocionarlo. Según la mayoría de los expertos en gestión empresarial, el concepto marketing es sinónimo de empresa. He ahí la importancia de esta área.


• Operaciones y estrategia: nuestra idea puede ser brillante pero, con una pésima ejecución, lo más probable es que se desarrolle uno de dos escenarios: que acabemos hundiéndonos por hacer las cosas con un sobrecoste debido al desconocimiento de otras prácticas o que, si la cosa funciona, alguien nos copie y perdamos la delantera. Entender cómo optimizar los procesos y plantear una estrategia competitiva puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso a futuro.


• Recursos humanos: al principio puede que empecemos solos, pero si todo va bien, tendremos que contar con más gente y esto es precisamente lo que va a marcar la diferencia entre éxito y fracaso. Los recursos humanos son los músculos que mueven la maquinaria y con una buena gestión la empresa florecerá inmediatamente.

Otras competencias relevantes

Además de los conocimientos a adquirir, que son importantes, se debe tener en cuenta que existen otros elementos que no se aprenden, sino que se ganan con experiencia a través de la práctica. Se les suele llamar “habilidades blandas” (del anglicismo “soft-skills”) dado que no son conocimientos palpables y, a veces, parecen venir por naturaleza en algunos individuos.

Considerando que el empresario es el eje vertebrador de todo el esqueleto, si no es capaz de irradiar a todo su entorno esa solidez psicológica, lo más probable es que genere desconfianza y malestar repercutiendo en malos tratos:

• La paciencia y la constancia: sobre todo cuando estamos tratando de crear una marca. En los inicios nadie nos conoce, no hay interés ninguno por nosotros y somos uno más en la lista de los que quieren abrirse un hueco en las “necesidades” de la gente. Sin embargo, haciendo gala de constancia y mucha paciencia poco a poco iremos calando en nuestro entorno.


• Liderazgo: de esto se habla mucho, pero es difícil definirlo. Por simplificar, podríamos decir que lo correcto para asumir esta posición es simplemente poner por delante de nosotros a la gente de nuestro alrededor. Aunque pensemos que lo sabemos todo más rápido y más eficientemente que los demás, si acabamos haciendo todo por nuestra cuenta nunca apalancaremos nuestro tiempo, nuestro liderazgo será mínimo y nunca creceremos.


• La consistencia: no podemos estar cambiando a diario. Aunque nos digan que la flexibilidad es importante, es aún más importante tener una escala de valores. Si pudiéramos imprimirla y ponerla en la pared sería ideal. A partir de entonces, todo valdrá siempre dentro de esa escala, la cual será nuestro faro en la oscuridad.