La crisis sanitaria en la que se halla sumido todo el planeta ha causado enormes impactos económicos en algunos sectores que en una situación normal habrían de facturado cifras elevadísimas y que, sin embargo, actualmente apenas logran mantenerse a flote.
Hostelería y turismo han sido de los peor parados. Y es que, si la primera ola de la pandemia resultó demoledora para una amplia mayoría de los negocios, esta segunda ola no augura nada bueno.
Cierto, los negocios se han llevado la peor parte en términos económicos. Pero, ¿qué pasa con la salud de todos aquellos que ilusionados con sus vacaciones se han visto en la obligación de cancelarlas o posponerlas una y otra vez?
Pese a lo que algunos puedan creer, cuerpo y mente necesitan descanso, y más quizás ahora que muchos han estado sometidos a niveles extra de estrés y ansiedad. Las vacaciones son, por tanto, necesarias. Eso sí, nadie ha dicho que para disfrutarlas sea necesario recorrer cientos de kilómetros.
En cualquier caso, viajar a través de los sentidos es algo que todavía es posible y está al alcance de la mayoría. Y es que, a veces un simple olor o un sabor logra que uno se traslade a países y destinos en los que ni siquiera había estado antes.
Un buen Wiener Schnitzel nos trasladará a Austria, el pollo tandoori a India, la más rica pizza a Italia, las Bratwurst a Alemania, la papa a la huancaína a Perú y, por supuesto, la paella a España.
Degustar cualquiera de las especialidades de los países del mundo puede ser, además de sabroso, la mejor excusa para dejar volar la imaginación. A través de unos buenos tacos mexicanos en Madrid uno podrá trasladarse al mismísimo Teotihuacán, el lugar donde los hombres se vuelven dioses, a Chichén Itzá, una de las siete maravillas del mundo, visitar el pueblo mágico de San Cristóbal de Las Casas, trasladarse a las ruinas de Tulum o incluso disfrutar de un chapuzón en uno de sus cientos de cenotes.
Probablemente las cosas mejorarán y las restricciones de viaje y movilidad pasarán pronto a ser cosa del pasado, pero, mientras tanto, toca reinventarse y aprender a viajar a través de los sentidos, así que ¿por qué no empezar por el paladar?