Ningún animal es capaz de causar tanto dolor y pérdidas humanas.

No deja de ser curioso que un ser tan ‘insignificante’ pueda matar anualmente a millones de personas.

Detrás de las, muchas veces, trivial picadura de un mosquito se esconden serias amenazas para la salud. Los mosquitos y sus picaduras son los responsables de la transmisión de enfermedades graves, que pueden ser letales (especialmente en caso de encontrarse en un territorio sin la adecuada salubridad y atención sanitaria)

Los millones de fallecimientos que anualmente se producen por malaria, dengue,  fiebre amarilla, chikungunya y otras muchas enfermedades infecciosas (tropicales en su mayoría)podrían frenarse si la humanidad consigue controlar la expansión de estos pequeños invertebrados voladores.

El mundo está en guerra contra el mosquito. Los múltiples esfuerzos que se realizan desde diferentes instituciones supranacionales y organismos internacionales para controlar ‘la amenaza’ no han surtido el efecto esperado, en muchos sentidos.

Como consecuencia de ello, enfermedades mortales como el dengue, se encuentran aún en fase de violenta expansión.

En algunas zonas del planeta donde el mosquito Aedes aegypti campa a sus anchas seguimos muy lejos de poder controlar estos males.

El mosquito se ha hecho fuerte y muestra además una sorprendente resistencia a los insecticidas convencionales.

Aunque la labor de los organismos implicados en el ‘proceso de lucha’ es encomiable (y es justo reconocer que se han producido avances significativos en muchos casos), los esfuerzos han de redoblarse.

Actualmente se dedican menos de 2 euros por persona en situación de riesgo, en las 4 decenas de países que sufren mayor incidencia de malaria en todo el mundo.

Enfermedades erradicadas en el mundo libre y civilizado se alían con el mosquito y con la miseria para esquilmar la población humana en amplias zonas de nuestro mundo. ¿Hasta cuándo?.