Enrique Sardá Valls era consul de España en Washington hasta no hace mucho. Por los apellidos parece que es de ascendencia catalana, aunque ello no debería tener significado alguno para que le motivase a mofarse de Susana Diaz y los andaluces.

Mis ascendientes son catalanes pero nací en Benidorm. Mi madre pertenecía a una familia que se instaló allí hace quinientos años y yo siempre me he considerado benidormense, que no valenciano, pues mi educación es catalana. Uno de mis mejores amigos me decía en plan chungo: "Valenciá y home de bé no pot sé". 

He tenido amigos de todas las regiones,  paises o nacionalidades. No me causa pavor tener amistad con la gente salvo que sea de mal vivir o mal hablar. Aunque eso de las calificaciones por parte de los humanos respecto a otros humanos no suelen ser afortunadas. Sino, observen el nivel verbal de los políticos y no me paro a señalar los éticos.

Pues bien, este señor Sardá Valls, presunto catalan, hizo mofa de Susana y de la lengua andaluza,  así me lo pareció. En Barcelona ya viví mal talante contra los inmigrantes andaluces y murcianos durante la posguerra incivil. Peret ha sido, sin embargo, ensalzado, tal vez porque era de nacionalidad gitana, y tenía su arte.

Pero volviendo al tal Sardá Valls, presunto catalán, no entiendo que se burlara de una lengua siendo así que el catalan tiene un acento atroz. Ni siquiera el dulce tono de las mujeres suaviza el agreste deambular por la lengua catalana. Será un espectaculo, con su acento patrio, oir a este hombre hablar en el ingles estadounidense.

No me siento feliz con la educación que nos rodea. Lo peor es que yo a veces me dejo llevar por el instinto hostil que todos llevamos dentro, unos más, otros menos. Pero, como soy machista civilizado, no me agrada que los hombres se burlen de las mujeres. Y este ha sido una especie de maltrato burlesco por parte de una persona que yo presumía cultivada.

En fin, bien está lo que justamente acaba, mandando al hombre a otro lugar que yo, anticipada y virtualmente, ya le mandé.