Conseguir un trabajo en un burdel de clase alta es inusual, por decir lo menos. Sin embargo, como una creciente ola de jóvenes prostitutas brasileñas están descubriendo, no es una mala carrera para la fama literaria y la fortuna.

Es improbable que Rachel Pacheco, una ex chica llamada mejor conocida en Brasil por su nombre de guerra, Bruna Surfistinha o Bruna the Surfer Girl, llegue a ganar un premio Nobel por su libro de debut Sweet Venom: The Diary of a Brazilian Call Girl de The Scorpion.

Pero un año después de intercambiar boudoirs para firmas de libros, ha vendido más de 140.000 copias en Brasil, un gran número en un país obsesionado con la telenovela, donde las editoriales en general se esfuerzan por pasar a la décima parte.

Una película basada en el libro de Pacheco, escrita por Karim Ainouz, uno de los directores más respetados de Brasil, llegará a la pantalla grande el próximo año, mientras que su novela será lanzada en el Reino Unido por Bloomsbury en noviembre.

"Al principio me gustaba [la prostitución], sí", dijo Pacheco, de 21 años, que comenzó su carrera en una casa de lujo en el barrio Jardins de São Paulo, a los 17 años. "Mis hormonas volaban por todo el lugar y sólo había tenido Relaciones sexuales con dos novios, [para] todo [sobre sexo] era nuevo. Yo sólo sabía lo básico sobre el sexo ... Yo también estaba aprendiendo. Pero después de cuatro años, ella quería salir. La transición al autor no tardó en llegar. "Siempre quise compartir un poco de mi historia", dijo.

Pacheco es una de un número cada vez mayor de prostitutas brasileñas que recurren a la literatura. Un contemporáneo del estado sureño de Santa Catarina lanzó recientemente el Diario de Marise, mientras cientos de blogs surgen en ciudades como Belém, Recife, Manaus, Natal y Maceió. Las trabajadoras sexuales cuentan las historias de sus vidas cotidianas, tocando todo, desde la discriminación a los consoladores, la esclavitud forzada a la felación.

"Tenía que confesar lo que estaba haciendo", dice Paula Lee(escorts en sabadell), de 24 años, una prostituta brasileña que se mudó a Portugal hace cuatro años y cuyo blog (amanteprofissional.com o professionallover.com) recibe más de 3.500 visitas al día de los lectores de Estados Unidos, Brasil, Portugal e incluso Japón.

No había nadie con quien hablar, así que empecé a escribir. Me hizo mucho bien. Todo el mundo necesita una especie de escape, ¿no?

Paula también está planeando sus primeras incursiones en la literatura - dice que está negociando un avance para su novela aún sin título con tres editores europeos.

Ella dice que pintará un retrato arenoso de la prostitución en Portugal - un inframundo turbio al que miles de mujeres sudamericanas son atraídas cada año sólo para ser enviadas a trabajar en burdeles y tener sus pasaportes y billetes de regreso confiscados por sus proxenetas.

La mezcla de realidad, sexo e intriga es la que funciona, dice Paula, comparando el género con el Diario de Bridget Jones. "Se ajusta a una tradición de escritura confesional, en la que la gente normal cuenta los detalles de su vida cotidiana. Claro, el sexo vende. Pero también existe una creciente curiosidad por la vida íntima del Otro - acerca de la gente normal que cuenta los detalles de su vida cotidiana.

Pacheco ve su trabajo como un arma importante en la lucha contra los prejuicios contra las trabajadoras sexuales.

"En Brasil la gente considera a las prostitutas como galletas - estúpidas y vulgares", dijo. -Pero una prostituta no es sólo un objeto sexual, es una psicóloga. Muchos hombres terminan confiando más en la prostituta que en su propia mujer. Había algunos hombres que me pagaban, pero nunca tuvimos relaciones sexuales.

Con la traducción de su libro dirigiéndose a las estanterías británicas, Pacheco ahora debe esperar que los lectores europeos disfruten de su toma en la vida tanto como sus clientes brasileños.

-Espero que los ingleses tengan curiosidad por mi libro -dijo-. Espero que no vean mi libro como una mala vida, sino que se vuelvan curiosos y aprendan lo que sucede en la vida de una prostituta. No puedo imaginarme que los ingleses no me acepten.