Se denomina obra nueva a toda construcción que sea realizada sobre cimientos nuevos. También, a aquella que se verifica sobre los cimientos viejos, si se cambia la fachada y el aspecto que esta tenía. La obra nueva debe tener, como mínimo, una duración de 10 años. Este tiempo es contado a partir de la conclusión de la obra; ya que, de derruirse la obra antes de este plazo, el arquitecto y el contratista responderán de ello, por vicios de construcción. Si las condiciones del contrato son infringidas por el contratista la responsabilidad de la obra nueva será prolongada hasta los quince años de su término.
La gestión de una obra nueva tiene que ser realizada por profesionales que gestionen la obra completa: proyecto + trámites + construcción. La ejecución de la obra es una tarea bastante compleja debido a que hay que gestionar los diferentes agente que intervienen, el control económico, el cumplimiento de los plazos, y por último, y muy importante, la calidad prevista.
Llegado el momento de iniciar una obra hay que contar con un equipo que sea multidisciplinar, que ofrezca un servicio integral que vaya desde estudios previos, presupuestos de viabilidad, redacción de proyectos necesarios, que realicen las distintas tramitaciones pertinentes y la construcción acorde con las peticiones del cliente. Deben gestionar todo el proceso de cualquier obra o proyecto, reduciendo costes al haber sólo un interlocutor.
La implicación de un equipo multidisciplinar en la realización del proyecto y construcción de obra repercute en una serie de beneficios como lo son: el logro de plazos, Garantizar la calidad ofrecida, solucionar las incidencias, adecuada transmisión de la información al cliente, preparación de informes periódicos y reuniones.