Bélgica es bien conocida por su historia del chocolate y su chocolate es, hoy en día, un estándar de oro para el mundo. Las marcas de alta calle como Leonidas, Neuhaus y Godiva son excelentes, pero incluso las que se encuentran en supermercados, como Galler, son muy buenas también.
Pero hay cientos de otras marcas de chocolates artesanales que descubrir: Dumon, en Torhout, por ejemplo. Incluso está listado por Gault y Millau, una biblia para los amantes de la comida. Como saben la mayoría de los belgas, es imposible caminar más de unos pocos metros en Bruselas, sin tropezar con un excelente chocolatero.
Se estima que el chocolate tiene 3.000 años de antigüedad, pero ¿qué es exactamente lo que hace que el chocolate belga sea tan famoso y, en un mercado cada vez más competitivo, puede mantenerse a la vanguardia? Para averiguar cómo el país ganó su reputación formidable, primero un poco de historia.
Historia del chocolate belga
El primer rastro de chocolate en Bélgica data de 1635, cuando los registros muestran que el chocolate fue comprado por el abad de Baudeloo en Gante. Hacia finales del siglo XVII, Emmanuel Soares de Rinero (originario de Portugal o de España) obtuvo una licencia para fabricar chocolate en Brabante.
La fabricación del chocolate no era considerada una profesión en ese entonces pero más de una línea lateral para los boticarios y los comerciantes. Como en el resto de Europa, la fabricación de chocolate se hizo realidad en Bélgica en el siglo XVIII, cuando varios centros de fabricación surgieron en todas las grandes ciudades.
En ese momento, el chocolate valía 15 panes, por lo que naturalmente sólo las clases altas podían permitir las bebidas de chocolate (la forma más común de consumir chocolate).
El chocolate apareció en la cocina a finales del siglo XVIII en todo tipo de postres (postre de crema, pasteles, galletas, etc.). Y cuando el proceso de industrialización se inició en el siglo XIX, el precio del chocolate comenzó a caer, haciéndolo más accesible.
Para el chocolate belga, 1912 fue un hito muy significativo: ese año Jean Neuhaus (a menudo llamado el chocolatero más famoso de Bélgica, aunque nació en Suiza) inventó el "Praline" (un bombón de chocolate relleno y una especialidad belga) en Bruselas. Tres años más tarde, su esposa inventó "el Ballotin", la típica caja de chocolate en Bélgica.
