CARTA ABIERTA
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Hoy me quiero dirigir a la Dirección Provincial de la Seguridad Social de Huelva, para
exponerles una situación, que me parece a todas luces, fuera de contexto, y que se po-
dria evitar, si esto funcionase de manera racional, pero aquí lo que prima es lo contra-
rio, y esto conlleva, en muchos casos, a personas, a familias, a situaciones desesperadas.
¿Como se puede suspender radicalmente una pensión de orfandad, a un beneficiario, tras
la muerte de su tutor?. Pues si, señores, esto ocurre, y además sin miramientos de ningun
tipo, porque el caso referido, está gravado además por una minusvalia del sesenta y cinco
por cierto. O sea, que cuando más lo necesita, estos señores van y suspenden lo que por
derecho le corresponde. Y una vez producia la situación, si esta persona no tiene a quien
recurrir, ¿ que sucederia ?, quienes son los responsables de un paradigma que el interesado,
no ha buscado, se lo ha encontrado de forma fortuita, y lo triste es que la situación la pro-
voca la muerte de su madre, que es quien actua, además, de tutora.
No se puede compartir esta forma de proceder, en este caso de la seguridad social. Hay que
buscar otras formulas, que no dejen a las personas, en el desamparo total. Si no tuviese el
apoyo de la familia, lo sumariais a la indigencia.
Mi total repulsa y rechazo a la forma de proceder, de este ente publico, porque habiendo tan-
tas formas y formulas de actuación, se acojan a la más drastica de todas, la suspensión de la
pensión de forma radical. Y a partir de ahi, a empezar de nuevo con el proceso.
Esta gente, no ha pensado, y mucho menos reflexionado, quien y en que circunstancia se en-
cuentra el titular del expediente, porque para ellos somos simples numeros.
Y a callarse toca, y tratar de restablecer, sin mirar en el tiempo, lo que tiene reconocido y le
pertenece, desde hace años. Esto es sólo una muestra, del funcionamiento de nuestra Admi-
nistración. Así que desde aqui, mi carta abierta, a quien haga falta, para que estos casos, que
hoy nos ha tocado sufrir a nosotros, no se repitan, y se busquen formulas más racionales, más
acordes con el siglo en que vivimos. Y desgraciadamente aquí no se cumple el refran, de: el
muerto al hoyo y el vivo al bollo. En este caso, los dos directamente al hoyo.
Triste realidad, la del funcionamiento de las administraciones, en un país que se autodefine
desarrollado ( ? ).
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